Dzeko da vacaciones en Roma
El Roma aplasta al Villarreal en la ida y deja la eliminatoria vista para sentencia con un golazo de Emerson y un hat-trick de la estrella bosnia
El próximo jueves el Villarreal podría ir de vacaciones a Roma. Si hay vuelta será únicamente por compromiso. Emerson y, sobre todo, Dzeko le hirieron de gravedad en esta ida con cuatro golazos y con una sensación aplastante de solidez que desaconseja pensar en épicas remontadas. El Submarino confirmó que ha llegado a esta eliminatoria sin sus estrellas a tono y con sus defectos desnudos a la vista, mientras que el equipo de Spalletti lo hace con el pecho hinchado y reluciente en las tres competiciones.
No es que el Villarreal equivocara el planteamiento. Es que le faltó de todo para ejecutar lo ensayado. Salió con demasiada mesura, confundiendo la lección de que las eliminatorias duran 180 minutos con esa realidad que aconseja apretar en casa para poder ir a domicilio de visita vivo. Le faltó alegría y madurez. En el primer tiempo no tiró entre los tres palos. En defensa, estuvo firme. Pero sólo en el arranque. A partir de ahí no dio con la tecla. Arrastró tres problemas y jamás encontró soluciones. El primero, la obsesión de jugar con los bandas a pierna cambiada. El plan le da más posesión y alternativas cuando el balón es suyo, pero sin él no hace más que condenar las contras. Jonathan en la izquierda y Castillejo en la derecha ni desbordan ni centran. El segundo es que Bakambu y Sansone no maridan. No se complementan. Se estorban. El congoleño no es el que era y el italiano ha perdido fuerza: mes y medio sin gol. Y la tercera piedra en el camino fue un ajuste de cuentas a destiempo. Soriano, expulsado en Liga, fue castigado al rincón de pensar. Y el equipo (y me da que Roig) añoró su calidad. Mal día para prescindir del fichaje más caro de la historia del Submarino.
Con este panorama, al Roma sólo le hizo falta contener y esperar un error (o varios) o una rendija (o socavón) por la que colar a El Shaarawy y explotar las virtudes de Dzeko. Gozó de una buena ocasión en el 30’, pero fue dos minutos después cuando encontró petróleo. Castillejo perdió un balón víctima de su obsesión por regatearse a sí mismo y puso a Emerson una alfombra roja hacia el área. Lo que sucedió después fue lo impensable. Aunque también lo más común cuando el que ha fallado reza para que su metedura de pata quede en una anécdota: el lateral del Roma, zurdo elevado a la enésima potencia, puso el balón en la escuadra con la diestra.
El Villarreal se fue al descanso acomplejado. Su gran intensidad no le valía ni para hacer cosquillas al rival. Sin embargo, regresó revitalizado. Con otra convicción. Bakambu, Mario, Castillejo y Trigueros gastaron sin éxito buenas balas ante un Roma fácil de desestabilizar por momentos. Sin duda, el panorama había cambiado con media hora por delante. El mayor ritmo propicio más idas y venidas. Así que Spalletti metió a Salah en el 62’ para este nuevo juego a la contra. Con este simple movimiento devolvió la rutina inicial y cambió el partido. Un balón en profundidad hacia el revulsivo sirvió para que éste centrara en busca de Dzeko. El bosnio puso la guinda. Con su frialdad de siempre. Burló a Musacchio con la cintura y marcó con un zurdazo certero. No es casualidad que Monchi, el del ojo prodigioso, siempre haya soñado con él. El resto fue un ejercicio de impotencia del Submarino, en el que Dzeko aprovechó para sonrojarle con dos acciones de lujo (79’ y 86’) y para tachar otra de las pocas vidas que Escribá tenía ya.
Fuente: AS
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