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El Madrid salva el liderato con su versión preferida

Los de Zidane remontan los dos goles iniciales del Villarreal con una gran media hora final


Volvió la BBC y el Madrid aburría con su once inicial. Tuvo que verse sin el liderato y fuera del partido para reaccionar. Llegó entonces su versión arrebatada, con Morata en punta, tres bajitos mancomunados y Marcelo de todo. Volvió a encontrar así la vibración del juego.

Robert Smith, el líder de The Cure, contó una vez que para crear tenía que ponerse en situaciones de peligro. Hay gente que funciona así. El Madrid también. Vuelve así a su origen, reencuentra el sentido con las remontadas.

En realidad, es el equipo muy humano: has de perder algo para reaccionar. No necesita tanto un entrenador como una forma de gestionar su relación con la pérdida.

El partido enseña otra cosa: el once inicial y la BBC no están lo suficientemente bien como para no necesitar algo de frescura.
Villarreal 2-3 Real MadridVillrrealSergio Asenjo (Andrés Fernández, m.35), Mario, Musacchio, Víctor Ruiz, Jaume Costa, Bruno Soriano, Trigueros (Rodri, m.76), Jonathan dos Santos, Castillejo, Adrián (Cheryshev, m.58) y Bakambu.Real MadridKeylor Navas, Carvajal, Pepe, Ramos, Marcelo, Casemiro (Isco, m.58), Modric, Kroos, Bale (Lucas Vázquez, m.89), Benzema (Morata, m.77) y Cristiano Ronaldo.Goles1-0, m.50: Trigueros. 2-0, m.56: Bakambu. 2-1, m.64: Bale. 2-2, m.74: Cristiano, de penalti. 2-3, m.83: Morata.ÁrbitrosGil Manzano (Colegio extremeño). Expulsó con tarjeta roja al entrenador del Villarreal, Fran Escribá. Mostró tarjeta amarilla a los locales Bruno, Soldado (en el banquillo), Álvaro (en el banquillo) y Mario, y al visitante Pepe.

Vayamos al inicio. De salida, el Villarreal poblaba con cinco el centro y dejaba solo a Bakambu. En el Madrid, la BBC exiliaba a Cristiano a la izquierda, aunque poco a poco se fue solapando con Benzema en las aguas más cálidas del centro.

En el mapa de calor del partido pronto estuvo claro que lo más vivo era Castillejo buscando su zurda. Las triangulaciones entre Bruno, Dos Santos y Trigueros le hacían daño al Madrid. Eran lo que más sentido tenía en el campo, en un partido que se iniciaba con ritmo de eliminatoria.

En el 10, Mario probó a Keylor, con ese aire evangélico que tiene al parar. El balón empezaba a amarillear y el partido se abrió unos minutos, antes de volver a encapotarse.

En un control escupido de Bukambu y en las angustias «reculadoras» de Benzema vimos la realidad del 9, lo que es un 9 en el mundo actual. Las dificultades del 9 son un poco como las dificultades de ser hombre. Te piden goles, pero a veces a duras penas puedes controlar la pelota.

Trigueros mola. No es que sea bueno, es que además es un jugador del que presumir en las reuniones. Quedas con un buen gusto moderado, sin apabullar.

En el 21, Adrián llegó con peligro. Se abría mucho para apurar las dificultades defensivas del Madrid por su derecha.

A Bale se le veía con más ganas que campo. Se le ve con sufrimiento así, como a un caballo en la cuadra. Meterlo a jugar en el campo del Villarreal es doloroso. Su entrada tiene un efecto, y es que el Madrid se concentra o comprime claramente entre su diagonal y la de Marcelo. Dos diagonales fuertes. El equipo toma como forma de acordeón.

En el 21, una jugada entre ambos la remató Benzema sobre Ruiz, o más bien la remató Ruiz, con paradón de Asenjo, que tanto se estiró que se lesionó.

Marcelo era lo mejor del Madrid, aunque a sus espaldas, como casi siempre, pasaban cosas. Castillejo respondía con contras peligrosos. Es un zurdo ligero y muy vivo, que transmitía alegría por el juego y peligro. Creó dos ocasiones para Dos Santos, y llegó al remate en la ocasión más peligrosa de la primera parte.

Por el Madrid no pasaba mucho. Cristiano y Benzema empiezan a parecerse a veces a los Raúl y Morientes de principios de siglo: una complementariedad menguante.

Benzema en el área parece un video clip de Miguel Bosé.

Es un jugador que aporta sintaxis, puntuación o preposiciones. Pero a veces se necesitan sustantivos. ¿Y quién los ponía? ¿Quién nombraba o desequilibraba? Realmente, Castillejo.

El mecanismo del Madrid siguió consistiendo en envíos balísticos de Marcelo, drones cariocos sin destinatario claro.

Asenjo se retiró y en ese instante en el que era atendido se vio a los del Madrid, a todos, dándose indicaciones de recolocación. Hacían mucho el gesto del «emparedado».

Era señal de que no estaban del todo contentos. El partido se lo fue quedando el Villarreal hasta el descanso. El Madrid parecía cansado. Además, con la BBC volvía el 11 contra 9. En defensa había algún escaqueo, de modo que todo el inicio local partía de una superioridad. Otro desequilibrio eran los desmarques. En el Villarreal había alguno, en el Madrid eran solo interiores, introvertidos de Benzema. Hacia dentro, que es como tener los testículos retráctiles. Una latencia un poco incómoda.

Al poco de iniciarse la segunda parte llegó el gol de Trigueros, con tiempo en el área para pensar en cosas. Como siempre, hubo antes una ocasión de Benzema, que es como la premonición, el signo funesto.

El partido se le puso cuesta abajo al Villarreal, espacio y contras. En el Madrid, lo mismo: centros de Marcelo (ataque a ritmo de batucada de Carlinhos Brown). En el 55, Bruno ascendió solo y Bakambu le construyó un carril con un desmarque que Ramos solo pudo observar: pase al hueco y gol.

Zidane reaccionó con Isco por Casemiro. Y acertó.

Respondió Cristiano, como siempre, con remate de volea al palo; el rechace, muy claro, lo volvió a fallar Benzema, que es una constant prueba de paciencia.

Es una penitencia. Seré hereje e incluso muy hereje: aburre Benzema, y aburre el Modric actual.

El Madrid se estiró y abrió el campo, Isco aportó movilidad. Lo cambió todo o todo comenzó a cambiar cuando entró. El 2-1 (minuto 63) lo orquestó él. Un pase templado de Carvajal lo remató Bale de cabeza.

El Madrid empezó a jugar, transmitió por fin una emoción. Eso puede indicar que la cuestión no era necesariamente física, sino algo mental, de estímulo e ideas. El Villarreal quizás se equivocó al esperar las contras de modo tan rendido.

En el 71, un chut sin historia de Kroos provocó una mano involuntaria que el árbitro consideró penalti. Marcó Cristiano. A Escribá, entrenador local, se lo tuvieron que llevar entre varios.

Desde ahí el Madrid si fue reconocible. El clásico equipo caníbal en modo de asedio, extendido como un abanico de enloquecida parpadeante, con Morata apretando y Carvajal apareciendo hasta por la izquierda.

En el 82, una gran jugada de Cristiano llegó a Marcelo, y el pase lo remató Morata. Un gol que le hace justicia (por fin, por fin, por fin un nueve) y que puede valer una liga del Madrid.

Fuente: ABC

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